El pasado 16 de abril la Agrupación Deportiva Alcorcón caía ante un Cartagena que impuso su juego, su ritmo y sus ocasiones en un partido de espectáculo, aunque no precisamente futbolero. Los cartageneros dominaron al Alcorcón como los titiriteros a las marionetas en una función, a pesar de que el encuentro en cuanto a posesión estuvo muy reñido.

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Al igual que en un espectáculo de títeres manipulados por una persona ignorante dentro de este mundo, el Estadio Municipal de Cartagonova acogió un final y un acontecimiento esperado y tedioso para la afición alfarera. El descenso del Alcorcón sí dejó indiferente a un público que llevaba viendo un espectáculo de muñecos rotos meses atrás.

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Los alcorconeros no supieron vender cada función de la temporada: marionetas con hilos cortados, títeres utilizados con los dedos de los pies, y un teatro inestable; y unos titiriteros insuficientemente competentes para las exigencias de la Segunda División. Ni Juan Antonio Anquela, ni Jorge Romero, ni tampoco Fran Fernández consiguieron salvar de la caída a un Alcorcón que anunciaba desde hacía tiempo lo que acontecía en ese momento.

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Resulta curiosa la reacción de la entidad alfarera. En una carta abierta a todos los aficionados pedía apoyo tras el tremendo varapalo que supone bajar de categoría. ¿Sorpresa?, ¿decepción?, ¿indiferencia? Posiblemente, la mala gestión deportiva todos estos años fue una de las más grandes marionetas que pendía de un hilo en la función.

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El descenso llega justo cuando el club alfarero celebra su 50 aniversario. No obstante, el regalo a su público, latente hasta el fin de todas y cada una de las funciones, ha sido amargo. El resultado: un descenso a Primera RFEF tras doce veteranos años luchando por unos objetivos que no parecían llegar nunca, y que anunciaron poco a poco la posibilidad de dar una vuelta de tuerca. O lo que es lo mismo: una vuelta a clases para estudiar el funcionamiento del teatro de marionetas y aprender, de nuevo, a conseguir el mejor show para estar a la altura de la categoría.