
El síndrome de la cara vacía en plena adolescencia
AROA RUIZ Y SILVIA RINCÓN
11 MAY 2022
¿Qué será de las mascarillas una vez se haya adormecido la pandemia? A nadie parece importarle o, quizá, todos ocultan este pensamiento. La entrada en muchos institutos de secundaria hoy deja una imagen sorprendente. Se distingue un buen número de estudiantes con la cara descubierta. La alegría, la curiosidad, o el orgullo brillan en el paso de unas puertas que ven crecer personal y físicamente a los alumnos día a día, mes a mes, año a año.
Los detalles no parecen importar. Tampoco parecen notables, ni hacen por serlo. Cuanto más discretos, mejor. Pero, tras estos, se esconden grandes inseguridades. Frente a la felicidad de numerosos alumnos por la eliminación de las mascarillas, se encuentra la tristeza, la frustración, los nervios y la timidez de otros muchos.
En plena pubertad y adolescencia, la mascarilla ha permitido a muchos estudiantes no mostrarse del todo. Lo que antes se veía como algo innecesario, con el paso del tiempo ha actuado de escudo en una etapa en la que la aceptación de la sociedad es clave. Al preguntarles por los motivos, el que más se ha repetido es la costumbre. Pero ¿verdaderamente es así?

Clase de instituto - BANCO DE IMÁGENES
"En la adolescencia estamos más inseguros. Las mascarillas pueden ocultarnos, es decir, no enseñas lo que no quieres enseñar. Solo se ve una mínima parte de la cara. Si tienes granos, si no te gusta tu nariz o tu boca, si tienes pelos, manchas, cicatrices… Eso no se ve", asegura Lucía Rodríguez, estudiante de bachillerato que vive día a día la situación de quienes se sienten inseguros ante la eliminación de los cubrebocas.
"Ahora que se han eliminado las mascarillas dentro de las clases, muchos compañeros no se la quitan. Y no por el miedo al coronavirus o la costumbre de haberla llevado durante tanto tiempo, sino más bien porque les importa mucho lo que piensen sobre ellos los demás", añade Lucía.
A lo largo de los años la sociedad ha evolucionado de manera negativa en lo que a estigmas sociales se refiere. En los últimos tiempos lo que cada vez importa más es el envoltorio de las personas, el físico, y no de cualquier manera, sino dentro de unos cánones de belleza en los que, en una etapa tan inestable y de tal influencia, los adolescentes intentan encajar sin mucho éxito.
Monir Darrazi es otro estudiante que conoce muy bien los estigmas sociales entre los adolescentes. "En la mayoría de los institutos hay muchas categorías de alumnos. Si no encajas dentro de unas casillas, en los peores casos, puedes llegar a ser objeto de burla. Esto lo suelen sufrir sobre todo los más pequeños del instituto, por eso no quieren quitarse la mascarilla. Tienen complejos, inseguridades, miedo a no ser aceptados socialmente".
La mascarilla no solo oculta el rostro, sino también los miedos, la inseguridad, la vulnerabilidad de los adolescentes en una edad complicada. "Hay compañeros que no se la quitan porque no se sienten aceptados. Muchos se sienten vulnerables y no están preparados para quitársela aún. Puede que los complejos hayan aumentado más desde que usamos mascarilla, y no tanto que la mascarilla sea su refugio", afianza Monir.
Este síntoma de la "cara vacía" ha sido percibido también desde el claustro. Sobre todo en aquellos profesores que enseñan en distintos niveles de educación. "Los niños más pequeños no llevan mascarilla, pero a partir de los 11 años ninguno quiere quitársela" comenta Ruby, profesora de Primaria y Secundaria.
Desde el comienzo de la preadolescencia, donde la imagen física comienza a ser sometida a distintos cambios, la diferencia es un defecto. El cambio de su cuerpo, muchas veces de manera irregular entre ellos es motivo de vergüenza desde los últimos años de la Primaria hasta bien entrados a la adolescencia. "Los de bachillerato son más propensos a venir sin mascarilla sin importarles nada más que su comodidad" comenta Álvaro, profesor del IES Galileo Galilei de Alcorcón.
Lo que se esconde
Lejos de su uso como medida anti Covid-19, los adolescentes pasan más de 8 horas con la mascarilla puesta con el objetivo de esconder lo que ellos piensan que son imperfecciones. Sin embargo, en este tema se puede hablar de los beneficios y desventajas que lleva un largo tiempo utilizando la mascarilla. "Si llevo la mascarilla por más de un par de horas cada día me salen más granos y espinillas que cuando no la llevo", explica Javier Rincón, de 17 años. A este tema se le conoce como maskné. Un concepto que, como muchos otros, nació tras las medidas de la pandemia y es el acné causado por un uso prolongado de la mascarilla. En definitiva, las ovejas que entran por la que salen.
Para los adultos que los rodean la preocupación de llevar constantemente la mascarilla es otra. "Los niños no se conocen entre sí, no saben cómo son sus compañeros en la realidad porque llevan 3 años sin verse las caras. Incluso mi hija y sus amigos se hacen fotos con la mascarilla" comenta Pilar, madre de una adolescente.
Esta moda no es reciente. Las manos tapando casi la cara al completo, los mechones del pelo, o cuadrar la posición de manera estratégica para que la luz del flash incidiera directamente en la cara, eran los métodos que los adolescentes tenían para no mostrar su rostro en las fotos. Ahora es la mascarilla quien realiza esta función.

Alumnos con mascarilla en un instituto - BANCO DE IMÁGENES
Desde el ámbito de la educación, para los profesores las caras de sus alumnos les ayuda mucho durante las clases. "Las caras lo dicen todo. No sabes si están siguiendo la explicación, o de qué manera han dicho un comentario. La voz no se proyecta de la misma forma" explica Mayte, profesora también del IES Galileo Galilei.
Esto, dependiendo de las asignaturas, la traba es mayor, como es el caso de las lenguas extranjeras. "No les entiendes tú a ellos ni ellos a ti, porque una parte importante de inglés es la pronunciación. Para realizar unos trabajos de producción oral les he tenido que pedir que se bajasen la mascarilla porque si no, no tenía forma de entender correctamente lo que decían" apunta Mayte.
Así, la mascarilla se ha convertido en una herramienta muy cómoda entre los estudiantes con más complejos, mientras que los adultos lo ven como una traba a su desarrollo educativo y social. La cuestión está en que los complejos y la lucha por ser aceptado es algo propio de la adolescencia y que cada generación lidia con ello acorde a la situación del momento. Como todos, al crecer y madurar abandonarán las mascarillas para mostrar y querer a su rostro tal y como es.